domingo, 10 de enero de 2016

Luján, capital de la fe




Por SABINO MOSTACCIO

La historia de lo que es hoy en día el partido de Luján principia varios siglos o hasta milenios atrás. Desde los asentamientos prehistóricos de cazadores y recolectores que seguían la fauna cuaternaria -lo prueban algunos hallazgos paleontológicos hechos por vecinos de la zona, entre ellos el ilustre Florentino Ameghino- hasta la llegada de los conquistadores, cuando tribus pampas poblaban la zona. He aquí que proviene el topónimo del partido. Un subordinado de Pedro de Mendoza, que buscaba víveres para la primera Buenos Aires, muere en una reyerta con nativos a orillas del río bautizado luego con su nombre. De acuerdo con las versiones, era Pedro o Diego de Luján.

Luego se afirmó la presencia hispánica y surgieron a partir del siglo XVII diversas estancias sobre el estuario del río. Allí la zona afirmó su perfil ganadero, pero la historia tenía un destino reservado a la comarca.

En 1630, por pedido de un médico portugués radicado en Santiago del Estero, dos imágenes de la virgen iniciaron la travesía al norte. Pero a orillas del río Luján la carreta frenó. Los troperos no sabían qué pasaba hasta que probaron bajando las imágenes. Con la de la Inmaculada Concepción, la carreta no avanzaba. Más si solo cargaban la otra, sí.

Entonces la Virgen de la Inmaculada Concepción permaneció allí y la otra siguió camino.

La noticia del milagro se esparció y, corroborada por el obispo de Buenos Aires, se la empezó a venerar en una ermita humilde donada por un hacendado local, Rosendo Oramas. Y su mayordomo fue un esclavo llamado Manuel. Cuarenta años después, los herederos de Oramas vendieron la imagen a Ana de Matos, cuya estancia fue el solar sobre el que se fundaría la Villa de Luján y se establecería en 1687 el primer santuario permanente.

Como la zona quedaba en medio del camino real que conectaba con Cuyo y era atravesada por mercaderes, no tardó en poblarse de fieles y comerciantes. Así en 1720 el obispado de Buenos Aires decide ampliar el santuario y conmina al gobernador a trazar el pueblo y urbanizar el lugar. Pero no sería hasta 1755 cuando se funda formalmente la Villa, y se la independiza de Buenos Aires dotándola de un cabildo. El fundador fue un importante funcionario español, Juan de Lezica y Torrezuri, que además vio el potencial de la ciudad como nadie y alentó su progreso. El rey Carlos III la reconoció en 1770 y la santa sede empieza a interesarse por el culto a la virgen.

El siglo XIX fue tan intenso para la Villa y su patrona como para el resto del país. El virrey Sobremonte ocultó allí el tesoro, durante su escape en la primera invasión inglesa, luego saqueado por los ingleses. Los indignados vecinos de la zona, en su mayoría criollos, formaron el primer foco de resistencia al invasor comandados por Juan Martín de Pueyrredón y se gloriaron en la reconquista de Buenos Aires y luego en su defensa en 1807 ante otra invasión.

Secundó desde 1810 la causa patriota. Sus vecinos lucharon en los ejércitos patrios con valor y los generales Belgrano y San Martin encomendaron sus armas a la santa patrona e hicieron donativos al santuario. En 1820 los generales Soler y Alvear, en medio de la guerra civil que envolvía al país, pretendieron gobernar la provincia desde Luján. Esto motivó que en 1821 fuera disuelto su cabildo y el gobierno provincial, aupado por las reformas del ministro Rivadavia, expropió los diezmos y bienes del santuario para enojo de la población. Roma lo tomó a mal también y en 1824 una misión papal que va hasta Chile, visita el santuario. La delegación incluía a un joven diplomático y sacerdote, José María Mastai Ferretti, quien se encomienda ante la virgen. Más tarde sería papa como Pio IX (1846-1878).

En 1855 se crea la municipalidad y el partido toma forma. Hacia 1870 se inician las primeras peregrinaciones y el turismo religioso toma auge. En 1872 la orden de los vicentinos se hace cargo del deteriorado santuario y uno de sus hermanos, el padre Miguel Salvaire impulsa la construcción de la monumental basílica que hoy contemplamos, la cual se inició en 1887 y se completó en 1935 aunque estaba abierta al culto desde 1910.

En 1930 se declaró patrona de Argentina, Paraguay y Uruguay a la Virgen de Luján y el turismo religioso quedó asentado en base firme. Muy favorecido el partido de Lujan en la década peronista (es notable la devoción mariana del general Juan Domingo Perón), vio su perfil diversificado con una vigorosa industria textil cuyo núcleo fue la célebre algodonera Flandra.

Con su rica historia y su más aún brillante porvenir, es Lujan un testimonio de fe y esperanza, no solo en los cielos, sino también en el progreso del espíritu humano. Bajo la siempre atenta mirada de la santa madre y protectora.

Fuente: Realpolitik.

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